Así, las encargadas del vestuario, si es necesario renovar alguna prenda, compran ropa y confeccionan vestidos, reparan los que se hayan podido deteriorar, los lavan y planchan, los promueven a los personajes principales, hacen los últimos retoques y, una vez utilizados, los guardan para el próximo año. Los del equipo de material, antes de empezar los ensayos, convocan a todo el que quiera montar el escenario y, en los días previos al Jueves Santo, barajan herramientas arriba y abajo, ponen filtros a las luces del recorrido de la Procesión para conseguir un ambiente de penumbra y clavan en las paredes las antorchas que iluminarán el paso del seno.
En la mañana del gran día, las correspondientes cofradías adornarán con flores sus misterios (imágenes) en un local de cada barrio, mientras en la calle de los Caracoles van introduciendo el acel en los caparazones de los caracoles hábilmente pegados a ambos lados, los perchoners colocan las sillas de plaza y los de material rellenan los depósitos. ¡Ah, y no nos olvidemos de las personas mayores que esa noche no hacen ningún papel!: cuidan de los más pequeños para que los familiares más jóvenes puedan participar.